Estuvimos conversando en la barra de la fiesta de cierre de IM, mientras tomabamos algo.Quizás fue el lugar, quizas era la competencia, pero cuando se sento me pareció hermosa. Ambos estamos libres y viene la siguiente pregunta: “¿Tu habitacion o la mía?”
Es muy atractiva, atletica, me encantan sus dientes… si, sus dientes. Me fije en eso. Son pequeños y perfectamente distribuidos en una sonrisa grata, que tiene el poder de reflejarse en mi boca cada vez que aparece. Sus ojos son oscuros, de un negro profundo y una mirada impenetrable como un muro, imposible ver pensamientos a través de esa mirada.
Salimos del bar y mientras caminamos me pregunta si habia vino en la habitacion, le digo que tengo una botella de un rosado de Malbec de una bodega chilena.
Llegamos a mi habitacion y descorché la botella, serví dos copas. Sólo una palabra salió de nuestras bocas al beber el primer sorbo. Simple y sin pretensiones: “fruta”.
Y la fruta era vino y el vino se hizo besos. Múltiples besos con sabor a vino… y el vino fue deliciosa fruta para nuestra noche.
La mañana siguiente, antes de abrir los ojos, sentí un intenso aroma que había invadido la habitación… Piel y licor de casis. Sonreí observando la silueta de su espalda del otro lado de la cama.
Mientras nos preparabamos para el desayuno buffet y ordenaba los restos de la noche anterior para tomar el transfer para volver, ví la botella solitaria y las dos copas vacías.
Y pensar que hay quienes creen que solo los grandes vinos desatan pasiones… El deporte tambien lo hace
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